Salimos de Zubiri hacia Pamplona. Vaselina en los pies, revisar que no nos dejamos nada y estiramientos, se van a convertir en rutina para el resto del Camino.
Será que somos de secano y puente que vemos, allá va la foto. Si no, al tiempo.
Otro tema que nos va a seguir estos años: Celia bostezando (pero luego no hay quien la pare).
Acostumbrados a ir bajando entre árboles, al salir de Irotz nos encontramos esta cuesta que nos supone un esfuerzo extra.
Como decía: ¡oh, un puente!, este está a la entrada de Trinidad de Arre. Recuerdo mi primer Camino, aquí quedé para terminar la etapa con mi amigo, el belga Bruno. Se me pasó y ya no encontré albergue hasta la salida de Pamplona.
En unos años, Javier será así de alto.
Pablito lleva nuestra guía del Camino, que no es más que el perfil y los servicios de los pueblos que nos vamos a ir encontrando.
Llegada a Pamplona. Se han hecho duros los últimos kilómetros, hasta el punto de no entender a cuento de qué seguir andando si ya desde Burlada había autobuses. Rara vez he atendido a estas llamadas. Ea.
Cierto que se llega cansado.
Y cierto también que nos recuperamos rápido.
Ooh
Aquí el talibán: tampoco he visto necesario llevar más entretenimiento que una baraja y una pelota. No hace falta más, mejor la imaginación.