viernes, 10 de julio de 2009


De vuelta a casa. Hoy nos hemos levantado más tarde, a las 8 por lo menos. Los cuerpos ya se van relajando. El Camino nos ha marcado, véase si no el "moreno del peregrino" que lucimos en los tobillos.
 A tope.


jueves, 9 de julio de 2009

Último día de Camino. Si ayer fue duro, hoy queremos que llegar a Logroño, cerca de 30kms, para que la vuelta a casa sea más sencilla. Si se entera su madre me mata. 

Hay que hacer alguna postal.

Pabli ha decidido tomar protagonismo.

 Humm, la expresión es importante.

Él también hace sus postales.

Los típicos montoncitos, dejando la huella.

Oda a la Naturaleza según Pablito. Un romántico.

Otra foto típica. Javier ya está un poco cansado de que lo haga posar, prueba a tensar la cuerda.

Entiendo que hay cosas más divertidas

Cuando todo está marchando, me desentiendo para dedicarme un poco de tiempo.

Qué diferencia con la actitud que tenían cuando salimos. Posar sigue siendo un rollo para algunos ¿o hay algo más?

Y siguen habiendo cosas más divertidas.

Un mejicanito que venía desde Francia con su madre. Duro él.


Después de la paliza de ayer, hemos de llegar a Logroño, cuando muchos suelen quedarse en Viana. Son 28 kms, de los que unos 10 los tendremos que hacer después de comer, con el solecito en la cara y la entrada a una gran ciudad que se hace eterna. A nuestro favor,  no tenemos que organizarnos para andar mañana (lavar ropa, comprar para el desayuno, madrugar).
Tengo mis dudas en cumplir el objetivo.

A ver si aprendo: que van a pilas, cuando se les recargan, como nuevos.

De todas formas hay que descansar un poco, aunque sea tirados en los soportales del Ayuntamiento.

Toca parar las veces que haga falta y mantener el ánimo. En días como este intento que ellos tengan razones propias para caminar, más allá de lo que diga su padre. Los palos son buena ayuda, sirven para segar las matas que nacen en las orillas del Camino. Descabezas un cardo, que sale volando. Algo más allá asoma otro, a ver si conseguimos un vuelo mayor. Y poco a poco nos acercamos a destino.

¡Pues claro!, se anda más con la cabeza que con los pies.

Vienen a la memoria los momentos duros de ayer. Estas etapas donde lo importante es llegar no tienen la misma gracia, vamos pensando en que todo cuadre para cumplir el objetivo, hay cierta tensión. Pero bueno, es lo que hay, toca asumirlo y disfrutarlo.

Cambiamos de Comunidad. Hay que hacer de esto un hito, que aún nos queda para llegar a Logroño.

Conseguido el hito, más o menos.

¿Queríamos carteles? El Camino nos los da.

Con lo feo que es el paisaje y la alegría al ver al fin la ciudad.

Pesados los últimos kilómetros. Logroño nos espera con honores

Y no miento. Vanessa, fotoreportera, nos hace esta foto para un reportaje que saldrá el 24 de julio en el diario La Rioja.

Esto es una bendición. Estamos agotados, aunque no nos salgan las palabras sabemos que somos unos campeones. Hemos estado al límite de nuestra resistencia.

No había plaza en el albergue municipal y nos acogieron en el parroquial, que no tiene fuente para los pies pero sí unos pasadizos que comunican con la iglesia de Santiago.
La camiseta que lleva Pablito se desgarró en una se sus luchas, días atrás. Como la culpa no era ni de Javier ni suya, tampoco es de la camiseta, así que se la han ido turnando. Y no pasa nada.


Estos cromos sí que valen.

Momento de hacerse las últimas fotos con los amigos.


miércoles, 8 de julio de 2009


Hoy es el penúltimo día, y por lo que recuerdo de otros años, no va a ser fácil , más que eso, temo la llegada a Los Arcos, nunca se me ha dado bien. Y mientras voy dándole vueltas a la cabeza, toma, las Bodegas Irache. Extraño tomarse un trago de vino antes de las 8 de la mañana, qué le vamos a hacer. Es un detalle por su parte y hay que estar a la altura.

Esta austriaca nos dice que salió de su casa, allá por el Tirol, y no ha hecho otra cosa sino andar. Que bestia. Hoy resulta que es el primer día que el sol va a picar, "beware of the sun" le digo, que esta gente no conoce cómo se las gasta Lorenzo. No lleva para cubrirse la cabeza. Se quedará un par de días en Los Arcos por una insolación.

Otro mito, Pablito, pero este no es el mío. Sin personas como él, el Camino sería otra cosa. No es sencillo entender qué les mueve a volcarse de esa manera en los peregrinos.

Nos hace entrega de la la Auténtica Calabaza y Verdadera Vara de Avellano, y nos enseña a andar con ella: "uno, dos, tres, apoya; uno, dos, tres, apoya. Subiendo, pon la mano más abajo, a la altura del pecho; cuando bajes, al revés ..."

Ahora sí que somos Peregrinos, cuidao.

Lo de hoy son todo recuerdos confusos de otros años que voy confirmando punto por punto. Esto es un aljibe románico en medio del secarral.

Seguimos fuertes.
Un detalle, las sombras se están acortando, y todavía nos queda un trecho sin agua ni sombra.

La intemperie impone su ley. El cielo despejado, el sol ahí arriba, 12 kms sin un árbol, ni fuente, las rectas, blancas, se van estirando, polvo a cada paso. Espacio entre nosotros. Nuestros pensamientos y prioridades se distancian. De izquierda a derecha, Pablito, Celia, Javier.

Llegamos a las tres y media, muy tarde, eso sí, a la entrada hemos adelantado a otros peregrinos, que eso motiva mucho. Esta energía les dura poco, la etapa ha sido dura. Y lo que queda.
En el albergue no hay plazas, da igual, ya improvisaremos. Vamos a comer que es necesario. Los dejo a la sombra y voy a buscar sitio. Están todos cerrados, menos uno, donde a pesar de explicarles la situación se niegan a hacernos siquiera unos bocadillos. No consigo entender la falta de humanidad. Reconozco que me tengo que sujetar con el tipo y lo paga la puerta.

Cuando el pueblo es ya un desierto, en la gasolinera, un mariquilla nos ofrece todo lo contrario, facilidades y comprensión, Un encanto. Agradecido para siempre.
Mis pobres pajarillos y una cerveza.

Toca solucionar dónde dormimos. Según nuestra guía sólo hay un albergue. Es la primera vez que nos pasa y a los críos se les hace un mundo. Nos comentan que una señora tiene habitaciones en su casa preparadas para estas situaciones, vamos, algo que en breve será un albergue privado: una habitación separada de la casa con literas y cuarto de baño. Tema resuelto, con un añadido que no hubiéramos imaginado: tres gatitos, que restituyen la inocencia olvidada por las exigencias de la etapa. En el Camino te das, y te lo devuelve a su manera.


"Papá, mañana terminamos, y la señora dice que nos los regala¿nos los podemos llevar a casa?" Todos: "¡Papaaaa, porfaa!"



La foto que hay que hacer.

Y la que no esperábamos. Nos los volvemos a encontrar. El día sigue remontando. A Celia le traducen lo que pone en la camiseta.

Parece que los planes de cada grupo serán distintos para mañana. Ya no volveremos a coincidir. Decidimos hacer una cena de despedida. Los coreranos se encargan del arroz y trocear el resto al tamaño del arroz. Carmelo y yo, tíos serios, del vino, que una responsabilidad.

Hilo, porcelana, cristal de Bohemia y plata fina. Hasta fotógrafo profesional para el evento.
Al final unos regalos preciosos, los Reyes Magos no consiguen estas expresiones.
Por si fuera poco, Raquel presta a Javier un jersey.

Y a Celia y Pabli, un saco.